La satisfacción que nos proporciona esa buena amiga no nos la puede dar ni un marido ni un hijo o hija por mucho que quieran.
Siempre habrá momentos en los que necesitaremos desahogarnos como mujeres que somos, ya que estamos cargadas, bajo presión e incluso atribuladas.
En las escrituras aparece el ejemplo de María la madre de Jesús y María Magdalena como amigas que se
apoyaron en momentos realmente difíciles. Ellas se ministraban una comunión tan perfecta que les sirvió para no
venirse abajo al ver a su Amado Jesús padecer y sufrir como lo hizo.
Mutuamente en los malos y en los buenos momentos estuvieron unidas y eso les supuso un refrigerio muy bueno.
Cuando pasamos mucho tiempo juntas las amigas, esa unidad se hace mas fuerte y preciosa.
Dicha amistad no se puede mantener en la distancia; María y María Magdalena estaban en esa unidad contemplando
y viviendo de cerca todo lo que concernía al ministerio de Jesús.
Muy ricas
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